domingo, 18 de julio de 2010

RUPTURA DE LA CADENA ALIMENTICIA POR EL DERRAME DEL CRUDO EN EL GOLFO DE MEXICO




Petróleo de BP envenena cadena alimentaría del Golfo de México
La cadena alimentaría del Golfo de México ya está alterada por el derrame de crudo de la transnacional British Petroleum. Y esto puede empeorar

Dahr Jamail * - IPS/IFEJNUEVA ORLEANS, EU, jul (IPS/IFEJ). Crustáceos del Golfo de México crecen con gotas de crudo en su interior, las aves empetroladas sirven de alimento a los coyotes y los tiburones se asfixian cuando el petróleo que tragan tapona sus branquias.
Dentro de las valvas de diminutos cangrejos azules que apenas están dejando de ser larvas se han hallado gotitas de petróleo, dice a este reportero Harriet Perry, directora del Laboratorio de Investigaciones de la Costa del Golfo en la Universidad de Mississippi del Sur, Estados Unidos.
Esos cangrejos se trasladan de las aguas del Golfo a los pantanos de la costa de Mississippi.
Muchas especies de peces y aves se alimentan de estos jóvenes cangrejos. Y éste es apenas uno de muchos ejemplos sobre cómo el petróleo que empezó a derramarse en abril tras al accidente de British Petroleum (BP) ya hace estragos en la cadena alimentaria.
Henderson explica que muchas aves cubiertas de crudo sirven de alimento a los coyotes, que a su vez son ingeridos por los lagartos.
“¿Sabe cómo mata el petróleo a los pelícanos?”, pregunta Dean Wilson, director ejecutivo de Atchafalaya Basinkeeper.
“Abren las alas para secarlas al sol, pero en realidad se cocinan al sol. Miles de aves están muriendo así por culpa de la codicia de una empresa extranjera”, explica.
La organización que lidera se dedica a preservar los ecosistemas de la cuenca del río Atchafalaya, sobre la costa del sudoriental estadounidense de Louisiana.
El petróleo comenzó a diseminarse por el Golfo de México el 20 de abril, cuando la plataforma de exploración Deepwater Horizon, que BP arrendaba a la firma suiza Transocean, sufrió una explosión y, dos días después, se hundió.
Wilson señala la falta de voluntad de BP para ejecutar las medidas necesarias para proteger la naturaleza.
Por ejemplo, asegura, BP no rescata a los pichones cuyos padres están cubiertos de petróleo y no permite que ambientalistas como él socorran a los animales.
“Para criar a los pichones se necesita a los dos progenitores. Si uno de queda cubierto de petróleo, el otro solo no puede hacerse cargo a la vez de las crías y la búsqueda de alimentos, y éstas mueren”, describe Wilson. Según él, la cantidad de pichones muertos ya equivale a la de pelícanos rescatados, y estos últimos son “apenas la punta del iceberg”.
Según el Servicio Federal de Pesca y Vida Silvestre de Estados Unidos, hasta el 14 de julio, unos 890 kilómetros de la costa del Golfo están cubiertos de crudo, se recuperaron 2.930 aves (1.828 muertas y 1.102 cubiertas de combustible), y más de 500 tortugas marinas y mamíferos muertos.
Más de 45.000 trabajadores están desplegados para mitigar el desastre de BP. Pero se estima que hasta el cierre de esta edición se derramaron 8,4 millones de barriles de petróleo en el Golfo y se utilizaron más de 6,8 millones de litros de productos químicos dispersantes Corexit 9500 y Corexit 9527, prohibidos en Gran Bretaña.
Estos agentes son considerados causantes de dolores de cabeza, náuseas, vómitos, diarrea, irritación y daños del aparato respiratorio, depresión del sistema nervioso central, efectos neurotóxicos, mutaciones genéticas, arritmia cardiaca y fallas cardiovasculares.
“Éste es el segundo delta más importante de América, y uno de los principales del planeta”, dice a este reportero el activista Paul Orr, de la organización ambientalista Lower Mississippi Riverkeeper.
“No tenemos idea de lo que puede ocasionar esta cantidad de petróleo tan cerca del delta. Los dispersantes se usan para hundir el crudo y así minimizar sus impactos costeros”, explica.
“Pero ahora parece que el motivo real fue hacerlo desaparecer de la vista, porque si se queda en la superficie al menos se puede recoger aunque afecte la costa en algún grado”, plantea.

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